La importancia de la educación media superior en las competencias competitivas profesionales.

“La educación es lo que sobrevive cuando lo aprendido ha sido olvidado”: Skinner.

La reflexión no es espontánea. Surge del análisis científico y meticuloso de los acontecimientos naturales. El derredor está lleno de sucesos que nos obligan a hacerlos comprensibles, bajo un esquema concreto de deliberaciones. 

Por tanto, la educación media superior es de vital importancia, no sólo porque da continuidad a la formación académica, sino que enaltece el espíritu de colaboración y productividad. 

Hoy más que nunca se requiere de una preparación sólida ante las competencias en todos los niveles. 

De ahí la importancia de la frase del escritor inglés Óscar Wilde: “Noventa por ciento transpiración, y 10 por ciento inspiración”. Es decir, nos está diciendo, de forma muy clara, que necesitamos esforzarnos al máximo, con la finalidad de aspirar (con el mayor número de elementos) a la autorrealización. 

¿Qué entendemos por autorrealización? Una gran cantidad de significados. Sin embargo, todos nos conducen a uno solo: estudiar incesantemente.

El desarrollo pedagógico no emerge de la improvisación. Sabemos que el sentido común se nutre de la enseñanza continua. Para ello, resulta imperioso que haya un corazón colmado de voluntad y avidez, dispuesto a seguir la línea ordenada de la educación. 

Cabe decir que, durante ese camino, se habrán de enfrentar problemas, los cuales, lejos de dañar los ideales, objetivos y anhelos, forjan el alma. Se trata, en suma, de auténticas áreas de oportunidad.

El estudiante no sería tal sin los retos. El artista plástico del Renacimiento, Leonardo Da Vinci, expresó: “No he perdido ante la dificultad de los retos, sino contra el tiempo”. 

La lluvia, el día y la noche, la caída de las hojas de los árboles en otoño, así como el frío y el calor, nos están diciendo diversos mensajes: estudiar. 

Las mismas situaciones, que a cada instante cambian (a consecuencia del avance científico y, lamentablemente, la degradación del medioambiente), demandan ilustración. 

Es imposible concebir la existencia sin la educación media superior.

Imaginemos que navegamos en un barco relativamente grande, a mar abierto, a merced de la tormenta intempestiva. Y que un simple artefacto, el timón, es la salvación. El capitán lo moverá con talento y conocimiento. 

Esa metáfora podríamos interpretarla de la siguiente forma: 

  • El barco está conformado por cada alumno. 
  • El mar agitado es la incertidumbre.
  • El timón, el conocimiento (la luz o la transparencia). 
  • Tenemos que allegarnos de las herramientas decisivas para afrontar el destino. 

Nadie está exento del vendaval de la falta de preparación. La inspiración, como dice Pablo Picasso, sí existe, pero “te tiene que encontrar trabajando”. 

La clave es sencilla; no ha cambiado: seguir aprendiendo… Sumergirse en el estudio que, a la postre, llena de satisfacción. Abre puertas que antes estaban cerradas. Derriba barreras y aparta los obstáculos. 

El mercado nacional e internacional está lleno de competitividades. Sólo el más apto saldrá airoso, con base en la disposición a elevar su nivel educativo. 

Los desafíos exigen calidad, utensilios, habilidades, destrezas, creatividad, atención, ímpetu y compromisos precisos. Estamos inmersos en el mundo de la eficiencia instantánea. Atrás quedaron las promesas y palabras vacías. 


Colegio Nacional de Integración Profesional, S.C.

Autor: Juan Lagunas Popoca



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