¿Por qué estudiar Administración?

“Dame seis horas para talar un árbol y pasaré las primeras cuatro horas afilando el hacha”: Abraham Lincoln.

Gandhi fue un verdadero líder. Por medio de la paz y el diálogo reivindicó los ideales de libertad. Fue, en gran medida, sutil y persuasivo, porque poseía convicciones.

Guardando las proporciones, un administrador es similar: ordena, convence y toma decisiones a partir de un método probadamente eficaz. 

Estudiar Administración es una necesidad hoy en día. La vorágine de la vida requiere de sistemas integrales de desarrollo. Un error de cálculo no tiene cabida en lo contemporáneo (o por-moderno). 

La carrera implica exactitudes y controles. Con base en eso, se pueden mejorar acciones, tareas y determinaciones. Todo es un cúmulo de planeación constante para, de alguna manera, controlar el futuro, analizándolo en el momento. ¿Qué es el tiempo? Un cálculo extremo. 

Un administrador posee la cualidad de adaptarse instantáneamente a una responsabilidad; aprende rápido ante las transformaciones del mundo laboral, que cada día exige un mayor esfuerzo. 

A la vez, este profesionista gestiona y, al mismo tiempo, se vuelve un prototipo; es decir, un ejemplo a seguir, puesto que enseña cómo se hacen los quehaceres hacia un ordenamiento. Su postura es organizacional.

Además, es un dirigente que no acaba de mostrar sus dotes; traza objetivos y perspectivas. No actúa bajo el influjo de la conjetura o la posibilidad, que son elementos que sólo entorpecen las metas, los retos y desafíos.

Ya lo expuso Peter Drucker:


La eficiencia es hacer las cosas bien; la efectividad es hacer las cosas correctas.


La Administración le da una importancia toral a la ciencia. Recurre a ella para afianzar el arte de la confianza, la cual se multiplica en función de la perfección de las herramientas utilizadas en la cotidianidad. Administrar es, en resumen, aplicar políticas de prosperidad. 

Un elemento fundamental es el tiempo. Sobre todo, en la coyuntura (el día a día), donde cada vez es menor el margen de error. El administrador opina con certeza, objetividad y máxima publicidad (cuando así lo obligan las circunstancias). 

Asimismo, establece alianzas y tiende mecanismos de coordinación con otras profesiones, con la finalidad de llevar a buen puerto un proyecto. Por ende, cavila a partir de la teorización: especulaciones netamente racionales. 

Desde distintas aristas, estudiar Administración es algo casi ineludible. La mentalidad de un profesional del ramo enaltece las habilidades del pragmatismo: hechos concretos más que códigos o propuestas “al aire”. 

Cuando alguien hace una tesis sin una hipótesis sólida, el riesgo de la negación de ésta aumenta. En cambio, el administrador, al ser un guía dotado de una visión periférica, bosqueja un camino definitivo, allegándose de un fin (que incluye la resolución de situaciones de riesgo o contingencias pre-advertidas).  

Nunca observa hacia atrás. Su mirada se muestra hacia el horizonte, que nunca es lejano ni se divisa a lontananza. Está cerca, muy cerca… Casi se puede palpar con el pensamiento y la conciencia. 


Colegio Nacional de Integración Profesional, S.C.

Autor: Juan Lagunas Popoca




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